A Carlos Varela, por Habáname.
Por: Darío Alejandro Escobar
La Habana vista desde los últimos pisos de un edificio muy alto -digamos el Hospital Hermanos Amejeiras- parece una ciudad triste y melancólica, suplicante. Nada más lejos de la verdad, y, al mismo tiempo, no existe una verdad más grande en este país.
La Habana vu du ciel cambia su estado de ánimo en dependencia de la ausencia o de la presencia del sol. De noche, es la ciudad de eterna juventud, de juerga ilimitada, de libertad carnavalesca y aventurera donde todo es posible. Donde todo se ve. La Habana es una ciudad vampira en el Caribe surrealista.
Sin embargo, hoy sufro a la Habana iluminada y calurosa, sucia, triste y bullanguera. De nuevos burgueses y viejos mendigos. Donde la única verdad segura es que todo es una incertidumbre constante. De esa Habana, vista desde el cielo, te cuento hoy, mi lector penitente y curioso.